Como conclusión quiero mencionar que al igual que me pasó en el prácticum I, cuando llegamos al centro nos encontramos con la realidad. Algo que me gustaría dejar aquí mostrado es esa sensación de realidad que nos hace olvidar de todo aquello que teníamos en mente, ya que la realidad es esta y no la que nos habían contado.
En la mayoría de las ocasiones en la universidad aprendemos a realizar unidades didácticas pensando en cada minuto lo que tenemos que hacer con los alumnos, como será cada sesión y todo lo que tenemos que abordar en la sesión. Es cierto que solemos poner que un alumno tiene dificultades de aprendizaje, pero en la realidad puede que tengamos siete, como ocurre en la clase de primero donde las dificultades para llevar a cabo todo lo que tenemos pensado son muchas, que ya al final tienes que dividirte en mil para sacar adelante a estos niños que tanto les cuesta y dar todo de ti en un tiempo que no hay. Yo empaticé mucho con la profesora de primero que se encontraba saturada con tanto y entiendo la ansiedad de querer dar todo por ti y no poder, al final creo que estas metodologías o unidades didácticas muy planeadas quedan atrás cuando prima poder sacar algo bueno de cada alumno.
Creo que la labor que hacen estos maestros con tantas dificultades y tan pocos recursos es increíble, como daba todo de sí misma para poder atender de alguna manera a todas las necesidades de los alumnos.
Con estos alumnos se intentaba hacer actividades que al final eran imposibles. Si era imposible que todos realizaran actividades del libro, no puedes imaginarte como sería realizar una actividad por proyectos. Cuando tienes alumnos que no entienden el idioma, alumnos con altas capacidades, alumnos con TDAH, alumnos con retrasos madurativos. Es una situación y es la realidad.
Donde quiero llegar es que la realidad del aula es que los niños y niñas tienen unos sentimientos. Un día pueden estar cansados, tristes, eufóricos, tranquilos y no podemos pretender realizar unidades didácticas en las que todo se encuentre medido ya que al final quienes nos tenemos que adaptar somos nosotros a cada uno de los alumnos.
Para mí, estas prácticas han supuesto un gran cambio tanto académico como personal. Opino sinceramente que he crecido como persona, mi seguridad ha aumentado notablemente a la hora de impartir una clase, también creo que he aprendido a ser más flexible y sobretodo a ajustarme a la realidad sobre el tiempo de desarrollo de las clases y sobre todo a dar importancia a las nuevas tecnologías ya que sin ellas por el coronavirus nos hubiéramos quedado completamente sin educación.
Siempre he sido de esas personas que están dispuestas a ofrecerme a todo ante cualquier situación y creo que los niños son muy agradecidos. A pesar del pequeño periodo del prácticas creo que no sólo me llevo aprendizajes académicos sobre cómo hacer una Unidad Didáctica, sobre cómo funciona un centro, sino aprendizajes personales gracias a ellos, porque no sólo han aprendido ellos de mí, sino yo de ellos.
Agradezco la confianza brindada tanto por el centro y mi tutor de prácticas como por mi tutor de la Facultad, porque han sido muy amables y siempre han estado dispuestos a todas las ideas que proponía y a proyectos que planteaba.
Ahora solo estoy deseando que abran los campamentos de verano para poder seguir disfrutando con los niños. Y de que llegue octubre para poder ver la carita del pequeño que llevo conmigo. Muchas nuevas aventuras me esperan.
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